Bastian Leikeim acaba de regresar de Denver (Colorado), donde fue jurado en la World Beer Cup, el mayor certamen de cata de cerveza del mundo. Una gran experiencia, dice: “Es interesante volver a salir de tu zona de confort para intercambiar ideas con compañeros de todo el mundo. Es que no hay nada mejor que charlar de cerveza”. A principios de mayo, Leikeim volvió a su zona de confort local, a la histórica cervecería de Altenburg, en Turingia. Leikeim procede de una familia de cerveceros de Franconia. A principios de los años noventa, su padre compró y renovó la cervecería de Altenburg. “Siempre se fijaba en las cervecerías antiguas, y ésta es realmente algo especial”, dice Bastian Leikeim, quien es gerente de la cervecería en la actualidad. Este edificio de estilo modernista fue construido en 1913 como sede de una de las cervecerías más modernas de Europa, obra de Theodor Ganzenmüller, el legendario profesor de la Academia Bávara de Agricultura y Ciencia Cervecera de Weihenstephan.
En la actualidad, la empresa emplea a 50 personas y fabrica unos 100.000 hectolitros de cerveza al año. La cerveza es envasada en botellas con tapón mecánico y las materias primas proceden de la región. Esto es posible incluso con el lúpulo, porque la región productora de este primordial ingrediente de la cerveza, la región donde confluyen los ríos Elba y Saale, se encuentra a la vuelta de la esquina. La empresa se siente orgullosa de sus numerosos premios, especialmente de la Altenburger Premium Pils. “Actualmente somos la cervecería de Alemania Central más reconocida a nivel internacional”, afirma feliz el jefe. Altenburger va añadiendo regularmente especialidades de temporada a su surtido de productos. Uno de sus últimos éxitos es la Sommerhell, con bajo contenido en alcohol. “Nuestros maestros cerveceros han hecho muy buen trabajo”, subraya Leikeim: “A once grados Plato, la cerveza sigue teniendo cierto cuerpo, pero solo un 3,5 por ciento de alcohol”.